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Foto del escritorElena Alférez

4."La Magia de las Posturas, Sonrisas y Bichitos Intestinales: Cómo el Cuerpo Transforma tu Mente"

Actualizado: 3 jun 2023

Resulta que nuestras posturas no solo afectan nuestra mente, sino que también tienen un impacto directo en nuestros procesos cognitivos.


¡Hola amigxs!

Hoy quiero adentrarme en uno de mis temas favoritos: la neurociencia. Pero espera, ¡no te duermas todavía!. Te prometo que esto no será un post científico aburrido. En este caso, quiero hablar sobre cómo la neurociencia está redescubriendo que el cuerpo interacciona constantemente con nuestro cerebro.


¿Cómo?. Bueno, primero hablemos de posturas. ¿Sabías que la forma en que te sientas o te pones de pie puede influir en tu mente y en cómo te sientes?. Seguramente pensarías que es al revés, que tu estado de ánimo y tus pensamientos afectan tu postura. Si estás triste, te encorvas y tu cara refleja el drama total, ¿verdad? Es decir, tu cuerpo se convierte en un lienzo de tu estado de ánimo.

Pero aquí viene la jugada curiosa que la neurociencia nos está revelando: la influencia no es solo de ida, ¡es de ida y vuelta!. Resulta que cómo esté tu cuerpo puede influir en ti mismo. Sí, tu cuerpo tiene el poder de decirle a tu cerebro cómo sentirse.


¡Eso es fascinante! Resulta que nuestras posturas no solo afectan nuestra mente, sino que también tienen un impacto directo en nuestros procesos cognitivos. Estudios realizados en la Universidad de Alemania y en EE.UU. han demostrado que cuando adoptamos posturas encogidas, de sumisión o tristeza, nuestros procesos de atención y memoria se ven afectados. Resulta que nuestro cerebro interpreta estas posturas como señales de que algo anda mal, que no estamos en nuestro mejor estado de salud. Entonces, ¿qué hace nuestro cerebro?. ¡Decide distraerse y olvidar!.


¡Pero eso no es todo!. Resulta que simplemente al adoptar una postura encogida, activamos un sesgo negativo en nuestra mente. Es decir, de todas las cosas que suceden a nuestro alrededor, nuestro cerebro se enfoca más en lo negativo que en lo positivo. ¡Es como si estuviéramos programados para ver la parte oscura de la vida!.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando adoptamos una postura estirada y poderosa? Bueno, aquí viene el drama hormonal. Al estirarnos, nuestros niveles de cortisol, esa hormona del estrés, se elevan. ¡Ups! Pero, espera, también hay buenas noticias. Esta postura tiene un efecto positivo en nuestro sistema endocrino, aumentando los niveles de testosterona, la hormona que nos da ese impulso de confianza y poder. ¡Es como si estuviéramos bombeando adrenalina y diciéndole al mundo: "¡Aquí estoy, listo para conquistar!".


Si hay algo que le gusta mucho al cerebro es sonreír. Resulta que sonreír tiene beneficios asombrosos para nuestro sistema nervioso, cardiovascular, inmune y endocrino. ¡Es como una fiesta para todo el cuerpo!. La magia de la sonrisa es que funciona incluso si no hay un motivo específico para hacerlo. Cuando sonreímos, nuestro cerebro interpreta esa señal como un mensaje de que las cosas no son tan difíciles como podríamos pensar. La sonrisa tiene el poder de pacificar nuestro estado emocional y nuestro ánimo. Es como un bálsamo para el estrés y la apatía.


Resulta que nuestro cuerpo por dentro también tiene mucho que decirle a nuestro cerebro. Uno de los grandes hallazgos de la neurociencia más reciente es lo que se conoce como el eje intestino-cerebro. Hace unos años, la prestigiosa revista Science publicó un artículo que revelaba la constante comunicación entre nuestro intestino y nuestro cerebro. Resulta que en nuestro intestino habita una sorprendente cantidad de bichitos, unos dos kilos de ellos, que conforman lo que se conoce como la microbiota. Estos pequeños seres tienen un impacto directo en nuestro sistema nervioso, endocrino e inmunológico. ¡Quién iba a imaginar que nuestra barriga estaba llena de todo un ecosistema influyendo en nosotros!


Cuando se trata de la interacción entre el intestino y la actividad neuronal, el comportamiento de estos bichitos regula la actividad bioquímica de nuestro cerebro. Se dice que nuestro intestino es uno de los principales reguladores de nuestro estado de ánimo. Las áreas del cerebro más influenciadas por el intestino son aquellas relacionadas con nuestras habilidades sociales, cómo nos comunicamos con los demás y cómo percibimos e interpretamos el mundo que nos rodea.

¡Eso tiene mucho sentido!. Cuando tengo hambre, mi sociabilidad se va por la ventana y puedo llegar a estar bastante gruñona. Con el estómago vacío, todo parece peor y la paciencia se agota más rápido.


Y no olvidemos algo que los sabios de hace 2.000 años ya sabían: ¡la respiración tiene un poder increíble sobre nuestro cerebro!. La ciencia está redescubriendo esta antigua sabiduría y confirma que la respiración consciente puede moldear nuestros estados mentales. Así que, cuando necesites equilibrarte emocionalmente, tómate un momento para respirar profundamente.


En resumen, amigos, sonríe tanto que los vecinos piensen que ganaste la lotería, cuida a tus bichitos intestinales y respira conscientemente. ¡Tu cerebro te lo agradecerá con creces! Ahora, si me disculpan, voy a hacer una sesión de pilates con una sonrisa radiante mientras mi intestino y mi cerebro se echan una charla fascinante. ¡Hasta la próxima aventura neurocientífica! 🧠😄🌟

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