El corazón tiene neuronas que conectan directamente con el cerebro.
Procuro buscar respuesta a preguntas que realmente me interesan como ¿cómo funciona el cerebro?. ¿Qué es lo que tenemos dentro de nuestra cabeza?. La neurociencia da muchas respuestas a esto. Lo que me resulta muy curioso es que la mayoría de las cosas que se saben del cerebro han pasado hace apenas diez o veinte años. Los grandes descubrimientos, los grandes experimentos, se están haciendo ahora. No sé tú, pero a mí me resulta alucinante el tema, porque para mí, saber sobre el cerebro es tener conocimiento de mí misma. Trato de entenderme, intento comprender qué es lo que soy.
Lo último que he averiguado es fascinante. Parece ser que eso de que pensamos exclusivamente con el cerebro y que el corazón solo bombea sangre, no es así. El corazón tiene neuronas que conectan directamente con el cerebro. El neurocardiólogo J. Andrew Armour demostró en 1991 que el corazón posee, literalmente, una mente propia. Hay una red neuronal en el corazón exactamente igual que la del cerebro. Es decir, que hay neuronas independientes del cerebro en el corazón que piensan por sí mismas.
Tu corazón crea pensamientos, crea inteligencia. Y además, hay un mayor número de informaciones que pasan desde el corazón al cerebro que desde el cerebro al corazón. ¿Cómo te quedas?. Y nosotros, mientras, creando una sociedad obsesionada por el cerebro… Luego vamos por la vida sin saber lo que queremos.
¿Cuántas veces te han dicho que decidas con el corazón?. ¿Qué tiene que ver el corazón con tomar una decisión o con las intuiciones, que es lo que necesitamos a veces para tomar decisiones?. Pues parece ser que mucho.
Hay un estudio de la Universidad de Cambridge, que revolucionó el tema de decidir con el corazón y abrió un camino enorme en la investigación sobre la toma de decisiones. En este estudio se le pidió a algunas personas participar en un juego en el que tenían que tomar decisiones basadas en situaciones simuladas en un ordenador, y siempre había dos opciones entre las cuales tenían que decidir. Una de ellas tendría un resultado positivo o favorable, y la otra tendría un resultado desfavorable. Mientras participaban del juego, se les monitoreaban los latidos cardíacos para saber cómo reaccionaba el corazón justo antes de tomar una decisión. Y lo que encontraron los investigadores es que antes de tomar una decisión que iba a tener un resultado favorable, el corazón latía de una forma específica, pero cuando iban a tomar una decisión que iba a tener un resultado negativo, latía de una forma totalmente distinta. Es decir, el corazón sabía antes de que el cerebro fuera consciente si la decisión era buena o no.
Por si no fuera poco toda esta información. Lo que me ha hecho explotar la cabeza es conocer que hay múltiples investigaciones sobre la transferencia de memoria a través de órganos trasplantados, especialmente el corazón. Las células de los tejidos vivos trasplantados almacenan memoria y guardan la capacidad de recordar.
Hay historias increíbles de personas que, después de recibir un transplante de corazón, experimentan cambios notables en sus gustos, miedos, dietas y personalidades, e incluso adquieren nuevas habilidades. Existen cientos de casos de este tipo, algunos de los cuales son verdaderamente sorprendentes, como la historia de una niña que recibe el transplante de otra niña que ha sido asesinada. Después del transplante, la niña comienza a tener pesadillas muy precisas sobre un hombre que la mata y le dice una frase concreta antes de asesinarla. Ella recuerda todos los detalles con tanta precisión que ayuda a la policía a identificar al asesino con su descripción y finalmente logran capturarlo. Es una historia conmovedora e inspiradora digna de un guión de película.
Me gustaría terminar recordándonos que es importante que prestemos atención a nuestros corazones, pero hagámoslo físicamente, intencionalmente, a la hora de dar un abrazo, de mirar a los ojos o de superar una difícil situación. Escuchemos a nuestros corazones.
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